Desde el Ayuntamiento, estamos desarrollando la Agenda Urbana para Fortuna.
La agenda urbana es un marco estratégico para orientar políticas territoriales y urbanas que permitan implementar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en nuestro municipio. Estos ODS son "una iniciativa impulsada por Naciones Unidas para dar continuidad a la agenda de desarrollo tras los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM)" Entre estos objetivos podemos encontrar conceptos relacionados con el cambio climático, la desigualdad económica, la innovación, el consumo sostenible, la paz y la justicia, entre otras prioridades.
Este proceso tal y como dice la guía divulgativa de la agenda urbana española es además "un marco estratégico y no normativo, que busca orientar las decisiones y las políticas que inciden en lo territorial y lo urbano con una visión global, integrada y continuada en el tiempo.".
En Fortuna pensamos que este marco estratégico puede ser un impulso para nuestro municipio, para alcanzar nuestros objetivos y conseguir una vida urbana de calidad para todos los vecinos.
En este vídeo podéis ver con detalle que es lo que pretende la agenda urbana y cómo conseguirlo:
La participación de la ciudadanía en una parte importante en el diseño de esta Agenda Urbana. Queremos contar con la opinión de los habitantes de Fortuna para decidir juntos cómo será nuestra ciudad en 2030.
Se organizarán varias acciones para que los fortuneros expresen su punto de vista sobre futuro de su municipio. Una de ellas es la encuesta que puedes rellenar clicando abajo.
Este objetivo estratégico persigue que la ciudad se adapte a la naturaleza y que la naturaleza entre en las ciudades mediante el impulso de las infraestructuras verdes y azules, que garanticen la biodiversidad para acercarla al ciudadano de manera accesible y saludable. También busca conectar el medio urbano con el entorno rural, porque de su conservación y la puesta en valor de sus tradiciones y patrimonio cultural depende el futuro de las ciudades y el desarrollo urbano sostenible.
Además, tiene como otro de sus pilares conseguir una planificación territorial y urbanística que tenga como fin el uso racional del suelo como lo que es: un recurso natural, escaso y no renovable, que merece protección y preservación.
Este objetivo estratégico persigue la creación de estructuras urbanas compactas y polifuncionales que prioricen los procesos de reciclaje del tejido urbano ya existente, la recuperación de suelos en desuso ubicados en el interior de los ámbitos urbanos y la redensificación de los suelos urbanizables dispersos.
Además, persigue mejorar la organización urbana, aumentar la diversidad y el grado de mixticidad de usos y funciones en un mismo ámbito, fomentar el dinamismo, así como la transformación de los tejidos industriales en espacios de actividad mixta, compatibles con la vida urbana.
Por último, se persigue evitar la deslocalización de suelos urbanos (lugares de ocio, centros comerciales, etc.) y la regeneración urbana, especialmente en el parque edificatorio, son aspectos fundamentales de este objetivo.
El fin de este objetivo estratégico es la lucha por la mitigación, adaptación y resiliencia frente al cambio climático, y la llave para conseguirlo se centra en la manera de producir ciudad, en los estilos de vida empleados y en la gestión de los flujos metabólicos, entre otros factores.
Por ende, una planificación territorial y urbana que se adapte a los efectos del cambio climático y que avance en su prevención permitirá optimizar y reducir el consumo de energía y de agua y ser más eficientes energéticamente, lo que trae consigo una reducción de la contaminación del aire, del agua, del suelo y del subsuelo.
Este objetivo estratégico pretende concienciar de que las ciudades participan y son corresponsables de los impactos ambientales y el alto consumo de recursos naturales generados por el modelo económico lineal y, por ende, deben jugar un papel esencial en la transición hacia un modelo económico circular que asegure la calidad de vida en las ciudades.
La eficiencia está relacionada con el propio metabolismo urbano, es decir, con los flujos de materiales, energía y agua. Otro de los pilares de este objetivo es la gestión de los residuos, especialmente la prevención, la reducción, la reutilización y el reciclaje de los mismos, lo que permitirá avanzar en una sociedad eficiente y con menos impacto contaminante.
La movilidad constituye una dinámica clave para la planificación de las ciudades. Este objetivo estratégico plantea la idea de que en el presente las áreas urbanas y los entornos metropolitanos necesitan modelos de movilidad inteligentes que:
Por todo lo anterior, el modelo urbano elegido resulta muy relevante a la hora de favorecer la proximidad y una movilidad sostenible. En definitiva, conseguir una movilidad eficiente y sostenible es uno de los desafíos de las ciudades del presente y del futuro.
Las ciudades son motor de progreso social, de crecimiento económico y de espacio de convivencia y desarrollo de la democracia. El hábitat urbano es determinante en los procesos de integración o exclusión de personas y grupos sociales, y resulta clave para perseguir la igualdad de trato y de oportunidades y también para garantizar el progreso económico.
Este objetivo estratégico persigue un modelo territorial y urbano que aúne la cohesión social, la igualdad de oportunidades y la equidad.
Las personas son lo primero, y para ello tanto las políticas territoriales como urbanas deberán perseguir el equilibrio social, proteger la diversidad cultural, mezclar rentas, géneros, culturas, edades y profesiones y garantizar una adecuada calidad de vida.
Este objetivo estratégico explica la importancia de una buena coordinación entre la planificación sectorial y la planificación urbanística, ya que la gran mayoría de disfunciones que hoy plantean determinadas actividades económicas tienen su origen en la descoordinación que existe entre ambas. Por consiguiente, busca un modelo de ciudad más sostenible en el plano económico, fomentando la actividad económica local.
También resulta fundamental el papel que juega el desarrollo económico de las zonas rurales para lograr un mayor equilibrio territorial y, por otro lado, el auge del comercio electrónico, que supone un nuevo reto para la tradicional morfología del comercio de barrio, muy afectada ya por las grandes superficies comerciales.
La idea fundamental que persigue este objetivo estratégico es lograr un parque de viviendas digno, adecuado, asequible y suficiente para satisfacer las necesidades sociales, sustentado sobre un parque edificatorio de calidad que garantice la habitabilidad y que sea eficiente energéticamente. Las viviendas deben ser habitables y deben presentar condiciones adecuadas y precios asequibles para satisfacer las necesidades sociales de cada momento.
Con esto, se podría afrontar uno de los retos más importantes en materia de vivienda: garantizar la cohesión social, persiguiendo la mezcla de diferentes tipologías de vivienda con destino a diferentes grupos sociales y culturales, la mejora e integración de los barrios vulnerables y la utilización de estrategias que aúnen objetivos diversos como vivienda, trabajo, educación, cultura, etc.
La Era Digital está definiendo un mundo distinto, en el que las personas, la información y las cosas están conectadas con una intensidad y velocidad a la que es imprescindible adaptarse. La innovación tecnológica y especialmente la tecnología digital son el verdadero motor e impulsor de los procesos de cambio de la sociedad y seguirá siéndolo en el futuro.
Las nuevas tecnologías tienen una enorme influencia en múltiples aspectos del bienestar. Uno de ellos, que no debe pasar desapercibido, es de la participación directa y la gobernanza.
Así, cuando se habla de Smart City es necesario conectar este concepto no sólo con la innovación digital, sino con la capacidad de ofrecer, principalmente a la ciudadanía, espacios de convivencia y desarrollo personal, profesional y social del máximo valor, bienestar y competitividad.
Este objetivo estratégico constituye, en sí mismo, la propia Agenda Urbana, en la medida en que ninguno de los objetivos anteriores podría ponerse en marcha sin una adecuada batería de herramientas: una buena normativa, unas fuentes de financiación acordes con las acciones a desarrollar, una gobernanza que funcione, una participación ciudadana real y efectiva, y canales de difusión y transmisión del conocimiento.
A la vista de lo anterior, una normativa actualizada, entendible, accesible, estable en el tiempo y, en la medida de lo posible, homogénea, resulta imprescindible. Sólo así será posible avanzar en un modelo urbano sostenible de ordenación, transformación y uso del suelo, del mismo modo que sólo contando con una planificación territorial y urbanística que englobe idénticas características, se podrá garantizar un modelo territorial y urbano capaz de responder a las necesidades sociales de cada momento, respetando el medio ambiente y contribuyendo al progreso social y económico.